Con el paso del
tiempo estos estereotipos han ido evolucionando y han hecho que las
historias den un giro, de manera que las protagonistas pasan a ser
personajes activas que luchan por lo que quieren y consiguen con
esfuerzo y valor todo aquello que se proponen.
Los ejemplos que hemos escogido para ilustrar esto, son Mulán, la cual se ofrece para ir a la guerra y luchar para así evitar que su anciano padre vaya. Tiana, la cual lucha y se esfuerza por su sueño, que es abrir un restaurante. Por último, Mérida, también conocida como Brave, es una niña que está destinada a ser una princesa de buenos modales, le obligan a llevar vestidos y ser una princesa tradicional, pero ella es más rebelde y quiere ser como sus hermanos y salir a luchar.
Vemos que los cuentos, conforme va pasando el tiempo evolucionan. Podemos ver que el papel que antiguamente tenía la mujer de sumisa, ama de casa, ha ido cambiando hasta llegar a ser ellas mismas las propias dueñas de su destino, las que deciden qué hacer y cuándo, las que se esfuerzan hasta conseguir lo que quieren.Ya no hablamos del príncipe que ha de salvar a la princesa de su destino final porque ella no es capaz de hacerlo.
Así pues, vemos que las muestras de sexismo han dio desapareciendo, y se fomenta más la coeducación, que entre los objetivos principales, se destacan la igualdad entre ambos sexos, y fomentar la autonomía.
En los cuentos adjuntados anteriormente, vemos cómo las princesas son lo suficientemente independientes como para seguir sus sueños. Tiana, por ejemplo, trabaja de sol a sol para conseguir dinero y poder pagarse aquello que realmente desea, que es montar un restaurante.
Lamentablemente, todavía existen historias donde se asocian roles tradicionales a los protagonistas de estas, no solo en los cuentos Disney, sino en cualquier otro tipo de historias, series televisivas, en la publicidad que nos rodea o incluso en los juguetes.
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